Cuando las personas pasamos a ser adultos, pasamos a tener conciencia de lo que realmente necesitamos o de lo que podemos o no permitirnos. Aun así, la publicidad consigue influenciarnos de tal manera que acabamos comprando cosas que no necesitamos o que no podemos permitirnos, por lo que luego no podemos comprar cosas que si nos hacían falta de verdad. Si la publicidad consigue esto en adultos, está claro que tendrá una influencia mayor ya que no tiene conciencia para seleccionar entre lo que realmente necesita y lo que no.
La publicidad irrumpe constantemente en nuestras vidas en el momento que menos lo esperamos. Ya no sólo cuando estamos viendo la televisión, sino cuando vamos a cualquier sitio, ya que la publicidad se ha extendido más allá para llegar a nosotros en todo tipo de formatos. Desde mi experiencia personal, ya que estudie el primer año del grado en publicidad y relaciones públicas, sé como las empresas publicitarias tratan de bombardear a un público que seleccionan minuciosamente, a todas horas y en todos los lugares posibles.
Los niños son el público más fácil, ya que no son capaces de resistirse a los anuncios, especialmente realizados para captar toda su atención. Este tipo de publicidad realizada especialmente para niños comenzó a darse en la década de los 80.
Desde los 18 meses, los niños comienzan a diferenciar unas marcas de otras y comienzan a entrar en una sociedad de consumo que inculca en el niño valores sexistas, violentos, etc. Creo, sinceramente, que este es el mayor peligro que la publicidad tiene en los niños, ya que numerosos estudios defienden que los niños pequeños ni si quiera son capaces de diferenciar entre la programación y la publicidad.
Cuando un niño ve la televisión y llegan los anuncios, no para de ver hombres conduciendo coches, mujeres cocinando, niños jugando al fútbol, niñas jugando con muñecas, y un largo etcétera de ejemplos sexistas en la publicidad. El siguiente vídeo muestra algunos ejemplos de anuncio sexista:
Todos estos anuncios, ya no sólo sexistas sino los que fomentan otros tipos de desigualdad, inculcan estos valores en los niños. Aunque creamos que desigualdades, como el machismo, están prácticamente erradicadas de nuestra sociedad, esta es la prueba de que no y de que seguirán existiendo ya que estamos educando en ellas a los miembros más jóvenes de nuestra sociedad. Acaban viendo estos comportamientos como algo normal y los llevan a la práctica.
La medida de intentar apartar totalmente la publicidad de los niños seria imposible por la cantidad de publicidad que encontramos en todos lados, y tampoco sería beneficiosa para ellos. Creo que la solución debe crearse no en los consumidores, sino en los productores de publicidad. Aunque existan organismo que regulan la publicidad, creo que tanto los productores como estos organismos deberían esforzarse más en romper con estos estereotipos. Un ejemplo de progreso es el siguiente anuncio:
En él se anuncian juguetes que normalmente están enfocados al público masculino. Es uno de los anuncios pioneros para acabar con la publicidad sexista, aunque todavía queda mucho por hacer.
Referencias
Ortiz Tardío, J. (2008). El niño, los medios y la publicidad. Artículos especiales, 16 (1), 39-43.
Marketing Directo. (2004). El poder de la publicidad en los niños. Recuperado de: http://www.marketingdirecto.com/anunciantes-general/anunciantes/el-poder-de-la-publicidad-en-los-ninos/
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